MAGAP y COPISA debatieron ley de Soberanía Alimentaria
La Conferencia Plurinacional e Intercultural de Soberanía Alimentaria (COPISA) desarrolló en la Universidad Católica de Azogues el taller de socialización para la construcción de la Ley Orgánica del Régimen de la Soberanía Alimentaria, que tiene como objetivo recuperar la agricultura orgánica, mediante una política de fomento y reinserción de las prácticas agrícolas ancestrales.
Participaron líderes sociales, organizaciones agropecuarias, técnicos del MAGAP Cañar, profesionales del agro, gobiernos parroquiales, y varias instituciones del Estado afines al tema. El evento partió del análisis de la problemática social y ambiental que vive la sociedad moderna con énfasis en el sector agro-productivo de la esfera nacional.
Aníbal Zumbana, técnico de COPISA, indicó que el certamen tiene como objeto dar a conocer por qué es importante en los actuales momentos hablar de soberanía alimentaria más que de seguridad alimentaria.
“Vivimos tiempos difíciles, porque la matriz productiva va cambiando conforme cambian nuestros hábitos y costumbres, todos ellos dominados por el mercado, por ello es urgente abordar y construir un marco jurídico que permita regular el uso del suelo, planificar y potencializar la producción, respetando el medio ambiente, la cultura y tradiciones de nuestros pueblos”, sostuvo Zumbana.
Es necesario elaborar una ley que garantice una alimentación sana y saludable para evitar la pérdida del patrimonio intangible agrícola y cultural de nuestros pueblos, acumulado en torno a las buenas prácticas agrícolas, remarcó
Zumbana dijo que en estos tiempos modernos la alimentación de más de la mitad de la humanidad, gira en torno a tres productos, arroz, maíz y trigo, cuya producción y comercialización está gobernada por empresas multinacionales, acciones que complican el desarrollo de una agricultura tradicional.
Además, en el taller se analizaron dos modelos básicos de producción empleados por los anteriores gobiernos, uno destinado a la industria agrícola de producción a gran escala y de biocombustibles, y otro dedicado a la agricultura familiar con una objeción, mientras que a la gran industria -que generalmente se dedica al mono cultivo- se le favoreció con políticas de fomento.
Al pequeño agricultor campesino la ayuda del Estado gubernamental fue en menor proporción, situación que en el actual gobierno está en un proceso revertido, aclaró.
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